Manejar la ira, el éxito en el control de las emociones
Cuando
esto sucede se pueden ocasionar daños irreversibles, lesionar las relaciones
con las personas y hasta afectar la salud y paz interior, razones de peso para
tomar la decisión de controlarlas.
Es posible hacerse hábil manejando con asertividad la frustración en los momentos difíciles y tensos, tener más opciones sobre cómo actuar cuando estos se experimentan, modular la intensidad de las reacciones y evitar que se formen escaladas cuando el enojo, la frustración o la impotencia nos llevan al explotar.
Es posible hacerse hábil manejando con asertividad la frustración en los momentos difíciles y tensos, tener más opciones sobre cómo actuar cuando estos se experimentan, modular la intensidad de las reacciones y evitar que se formen escaladas cuando el enojo, la frustración o la impotencia nos llevan al explotar.
Tener
conciencia
El primer
paso es estimular la capacidad de autoconciencia, esforzándose por conocer lo
que sentimos y pensamos para identificar lo que nos lleva a reaccionar de
manera impulsiva y explosiva. Los motivos pueden ir desde querer imponer
nuestra voluntad, creer tener siempre la razón, sentirse tratado injustamente,
hasta estar permanentemente bajo presión o padecer ansiedad, estrés o miedo.
Algunas características personales como alta susceptibilidad, rigidez,
inseguridad o inmadurez emocional también son factores que predisponen a perder
el control.
Verbalizar
las emociones
Aunque en
algunos casos es prudente quedarse callado, es importante poder hablar sobre
los sentimientos. Cuando ponemos en palabras las emociones, estas se experimentan
con menos intensidad, ya que el verbalizarlas les da una especie de edición a
los sentimientos. Hablar, además de que nos lleva a buscar la manera de
solucionar los conflictos y no quedarnos en los estados emocionales, tiene el
efecto de ayudar a no acumular descontentos ni resentimientos que pueden hacer
ver la situación como irremediable.
Pensar
antes de actuar
Ganar
autocontrol, una de las habilidades más importantes de la inteligencia
emocional, implica el desarrollo de una serie de acciones que se convierten en
alternativa a las reacciones desmedidas.
Existen
diversas estrategias, como aprender a escuchar sin reaccionar o interrumpir,
evitar usar un tono de voz agresivo o un lenguaje corporal que indique que se
está a la defensiva, mantener la paciencia y elegir el mejor momento para
actuar.
Ejercicios de identificación y
reconocimiento de las emociones que permite manejarlas mejor.
Pare y respire profundo
1.
Identifique los síntomas previos al ataque de ira: apretar los puños, palmas de
las manos húmedas, boca seca, taquicardia, respiración agitada, visión nublada,
músculos tensos, cuerpo inclinado hacia adelante y sudor.
2.
Hacerse un fuerte llamado de atención a sí mismo: “¡Cuidado… estoy al borde de
un ataque de ira!”
3.
Cambiar de inmediato alguna posición del cuerpo: descruzar una pierna, abrir
los puños, soltar los brazos, poner las manos en sus bolsillos, cerrar por un
momento los ojos, tomar un poco de agua, entre muchos otros.
4. Una
buena respiración es un tranquilizante natural: ayuda a regular su ritmo
cardiaco y su temperatura corporal, a oxigenar el cerebro, a centrar sus ideas
y volver sobre sí mismo.
5.
Mientras recupera el control, hable más despacio, absténgase de decir todo lo
que siente o retírese de la escena. Tome un poco de distancia de la situación o
persona con la que se está enfadado.
Al no
interrumpir se permite que la persona con quien se discute termine las frases.
Esto no tiene nada que ver con evadir la situación; solo es un manejo
inteligente y equilibrado que, con seguridad, le dará otro final al
enfrentamiento. Buscar soluciones al conflicto.
Tomado de
'Crecer con Valores'. Autores: MaríaElena López y Daniela Violi
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